La moda avanza, pero inevitablemente es cíclica, el consumo y el exceso nos rodean y se han vuelto cotidianos. Lentamente, vamos camino a desastre por no querer parar y entender que salir de lo cotidiano es necesario y nos permite ser libres. Lo usual y lo atípico se unen en perfecta armonía.
Ante un inminente fin, una desesperación que nos abruma y un mundo que ya es insostenible, buscamos razones para aún mantener esa poca cordura que nos queda.
¿Y si todo acaba, que ocurrida después? ¿Un fin condenado a la eternidad por nuestra codicia e inconsciencia?